sábado, 23 de junho de 2012

La Trampa de la muerte.


El ganador es el quien cuenta la historia. 

Basada en una pieza de teatro escribida por Ira Levin, La Trampa de la Muerte es una película del año 1982 dirigida por Sidney Lumet. Una comedia sobre un escritor con bloqueo creativo dispuesto a todo para volver a tener suceso.

Después de ver su más reciente pieza rechazada por público y crítica, Sidney Buhl (Michael Cane) vuelve a su casa, en Long Island, arrasado y frustrado. Hablando con su mujer, Myra (Dyan Cannon), él decide tomar para sí el guión de uno de sus alumnos, ni que para eso tenga que matarlo. Myra, que sufre de una enfermedad del corazón, no aprueba la idea, pero no puede hacer nada para detener su marido.

Clifford Anderson (Chistopher Reeve), él dicho alumno, llega a la casa de Sidney a su invitación. Hablando con él, Sidney le pone unas esposas que pertenecían al famoso ilusionista Houdini. Clifford cree que puede libertarse con facilidad, pero en realidad él ha sido engañado. Sidney entonces lo mata.

Después de ocultar el cuerpo de Clifford, Sidney recibe la visita de Helga ten Dorp, una dicha vidente que le advierte acerca de la visita de un hombre que lo amenazará. Sideny no le hace caso, pero Myra se pone nerviosa. Más tarde, en el medio de la noche, el Clifton muerto resurge y persigue Myra hasta que su corazón no aguante más. Se revela así que Sidney y Clifford son cómplices en el plan para matar a Myrna.

La conspiración de La Trampa de la Muerto, sin embargo, continua. El espectador nunca sabe lo que puede pasar hasta que llegue al final.

Sidney Buhl (Michael Cane) y Clifford Anderson (Christopher Reeve)  en La Trampa de la Muerte.

La creación como situación de vida o muerte.

El guión de la Trampa de la Muerte utiliza la metalenguaje para hablar de lo que sería el proceso de su propia creación. Al final, no se sabe si la creadora de todo el guión fue Helga, o si todo ocurrió como se cuenta en la pieza y ella simplemente tomó para sí un guión ya hecho.

Los bloqueos creativos suelen pasar a cualquier escritor, así como la falta de suceso. La idea de que uno pueda hacer una gran conspiración para obtener un guión perfecto es tan absurda que si torna divertida. El humor negro es una fuerte característica de la película, así como la idea de que el ganador se lo lleva lo todo. El victorioso final, el que puede contar su versión de la historia, es su verdadero dueño.

Ficha Técnica

Dirección: Sidney Lumet 

Guión: Jay Presson Allen, a partir de la pieza de Ira Levin. 

Año: 1982

País: Estados Unidos

Elenco: Michael Cane, Christopher Reeve, Dyan Cannon.


domingo, 17 de junho de 2012

Revisionando a El Artista


La película ganadora del Oscar 2012.

Después de haber escrito una crítica de El Artista en portugués, la tarea de hacerla una vez más en español surge como una buena invitación a revisar mis ideas y conceptos acerca de la película.

Premiado con cinco Oscars, El Artista, del director Michael Hazanavicius, llamó la atención del público y de la crítica por traer una vez más a la pantalla la estética del cine de los años 1920/30. Su temática aborda la transición del cine mudo al cine sonoro, la caída de un artista de su pedestal y su relación profesional y amorosa con una actriz que, al contrario de él, sube en la carrera.

Las características de la estética de los años 1920/30 presentes en la película van mucho más allá de la falta de sonido en directo y de la imagen en blanco y negro. La actuación, la utilización de la música y la caracterización de los personajes como sujetos lineares y un poco estereotipados también son elementos importantes que componen esa estética.

El Artista y Cantando bajo la Lluvia.

Es imposible no percibir la semejanza entre las dos películas, principalmente en la escena de apertura. En Cantando bajo la Lluvia, el galante Don Lockwood (Gene Kelly) presenta su más reciente película de suceso, una película muda de aventuras. Después de la sesión, él sale a frente de la pantalla para agradecer al público. Lo mismo hace George Valentin, el personaje principal de El Artista.

Los caminos de las dos películas empiezan a separarse en las escenas siguientes. Mientras Cantando bajo la Lluvia es una comedia musical con sonido en directo e imágenes en color, El Artista es también una comedia, pero sin sonido en directo, sin escenas de cantes y bailes y en blanco y negro. En el primero, Don Lockwood está siempre con su gran amigo Cosmo Brown (Donald O’Connor), y recibe la ayuda de una fan que también quiere ser famosa, Kathy Selden (Debbie Reynolds). En el segundo, él mejor amigo de Valentin es su perro, y la fan con ilusiones de fama que le ayuda es Peppy Miller (Bérénice Bejo). Por fin, las dos películas comparten la temática de la transición del cine mudo al cine sonoro.

George Valentin (Jean Dujardin): el artista en su fase de suceso. 

Una temática de transición en una época de transición.

El período de transición del cine mudo al cine sonoro fue uno de los marcos más significativos en la historia de esta arte. Muchos fueran los artistas que de pronto se recusaran a utilizar la nueva técnica, entre ellos, Charlie Chaplin, que después percibió el poder de las palabras en el cine cuando realizó uno de los más bellos discursos que el mundo ha visto en El Gran Dictador (1940). En El Artista, George Valentin (Jean Dujardin) es un actor que no acepta cambiar su método de trabajo para ajustarse a la novedad del cine sonoro.

La oposición entre Valentin y el cine sonoro es establecida de forma simbólica en la escena de apertura, en que el personaje es torturado en una película por hombres que le ordenan que “hable”, mientras los carteles responden que él “no hablará jamás”.

Cuando el director de su próxima película le presenta a la nueva tecnología del cine sonoro y le propone trabajar con ella, Valentin se recusa. Afirmando ser un artista a que la gente quiere ver, no oír, él escribe un nuevo guión y roda una nueva película muda. Mientras eso, una de sus fans, Peppy Miller (Bérénice Bejo), empieza su carrera de actriz haciendo películas sonoras. Como resultado de eso, Valentin vive el primer desastre de su carrera, pero Peppy Miller alcanza el suceso.

Valetin resiste al cine sonoro y acaba perdiendo todo lo que tiene. Peppy intenta ayudarlo, pero é todavía necesita tiempo para aceptar la nueva realidad de su profesión y encontrar una vez más su espacio.
Hoy, el cine pasa por otro gran momento de transición. La tecnología analógica ven siendo substituida por la digital. Los decorados generados por computadora, el crhoma key, los efectos especiales y el formato 3D ganan cada vez más espacio. Afora eso, las discusiones acerca de la piratería y de la venta de películas por internet atingieron su auge ahora, en el final de año 2011 y principio del año 2012. Así, retomando una transición del pasado, El Artista también está en sintonía con el presente.

Lo que nos recuerda Hazanavicius es que el cine sigue siendo cine, aún cambie constantemente.

El Artista en su fase de dificultad: siempre con su mejor amigo, el perro. 


La estética de los años 1920 en los años 2010.

Hazanavicius no trae solamente la falta de sonido en directo y el color blanco y negro de las imágenes para construir una mis-en-scène característica de los años 1920. El estilo de la narrativa, las características de los personajes y los diálogos – unos pocos en forma de carteles -, cada parte tiene su función dentro del todo.
Un pequeño, pero significativo ejemplo es el conductor que trabaja para Valentin. Aún con su jefe fallido, sin pagarle hace un año, él sigue trabajando fielmente. Esa lealtad de los empleados hacia sus patrones, así como la deificación del personaje principal, el héroe, son detalles típicos de la narrativa del cine de los años 1920/1930.

Traer de vuelta una estética que no se veía en el cine hace cerca de ochenta años seguramente fue un paso atrevido de Hazanavicius.  El sentimiento de nostalgia que su película generó en el público fue muy grande. Esa nostalgia, sin embargo, es sentida por un público que no la tiene de verdad. Es decir, no hay más (o hay muy pocas) personas  vivas que sean capases de acordarse de las películas de las décadas de 1920/1930 por las haber visto en los cines, por ser esas las películas actuales de su época. Lo que el público de hoy conoce de este cine del pasado son los DVDs, las proyecciones especiales en festivales de cine. Así, es un público que siente nostalgia por una época en la que no vivió.

Hazanavicius, sin embargo, sabe el momento de ser fiel a la  estética escogida y el momento de romperla, aún no totalmente. Sufriendo con la duda y con las amenazas del cine sonoro a su carrera, Valentin tiene un sueño en que puede oír todos los sonidos del mundo a su alrededor, pero al intentar hablar, su voz no sale. Para esa escena, el director corta la música, presente durante toda la proyección, y destaca los sonidos naturales, como el del copo que suena al ser puesto sobre una mesa.

Al final, El Artista es una película, sobretodo, sencilla. Pero ese es justamente su encanto, el de acordarnos que el cine sencillo también es bello, aún no necesariamente genial. 

27/05, Dia de encerramento - Holy Motors


Com um filme vibrante e surreal, o diretor Leos Carax inquietou e encantou a Cannes. Mostrando na tela um mundo único, ele levanta discussões sobre a artificialidade da vida. Holy Motors abre com uma imagem de uma platéia de cinema, que de certa forma espelha a platéia real que assiste ao filme e coloca o público na tela.

Após a introdução, vemos o senhor Oscar (Denis Lavant) sair de sua casa ao amanhecer. Vestindo paletó e gravata e munido de uma pasta de couro, ele se despede da esposa e dos filhos. Acompanhado por diversos seguranças, embarca em uma limousine dirigida por sua motorista e secretária Céline (Édith Scob), que lhe informa que os compromissos para aquele dia são poucos. A limousine pára debaixo de um viaduto e dela sai Oscar disfarçado de uma velha mendiga. Após pedir algumas esmolas no centro de Paris, ele volta a seu veículo, retira o disfarce e a maquiagem e se prepara para cumprir o próximo item de sua agenda.

Mendigar na pele de uma velha senhora vestida em trapos é apenas a primeira das muitas esquisitices que Oscar realiza ao longo de seu dia.

O senhor Oscar (Denis Levant) em sua limousine, onde viaja de um  "compromisso" a outro.


Os compromissos de Oscar.

Em seu segundo compromisso, Oscar participa de uma gravação em motion capture. Vestindo uma roupa preta com pontos brancos luminosos, realiza incríveis acrobacias e simula uma relação sexual com uma mulher que também veste uma roupa semelhante. A imagem dos dois é imediatamente processada e utilizada para criar uma segunda imagem de dois monstros draconianos digitais. A idéia do ser humano como matéria prima de algo monstruoso e bizarro é assustadora.

Os compromissos que se seguem não são menos bizarros. Portando unhas falsas amarelas de quase dez centímetros nos pés e nas mãos, usando uma dentadura que lhe confere assustadores dentes estragados e falando somente por grunhidos, ele invade uma sessão de fotos para uma revista de moda e seqüestra a modelo. O fotógrafo quando o vê troca a sua sofisticada câmera digital por uma antiga máquina analógica e redireciona seu foco, da modelo - pela qual delira com suspiros e exclamações de “Beleza! Beleza!” -, para o estranho homem que invade seu set, sempre disparando fotos, mas agora exclamando “Bizarro! Bizarro!”.
 
Definir a função do senhor Oscar não é algo que se pode fazer com menos de uma hora de projeção, se é que pode chegar a ser feito. Seria ele um ator? Se sim, seu nome não podia ser mais apropriado. Oscar, bem como o nome da principal premiação do mundo do cinema, é o nome do meio do diretor do filme. Nascido Alexandre Oscar Dupont, ele adotou Leos Carax como seu nome artístico. Seria o senhor Oscar um alter-ego de Leos Carax, realizando nas ruas a arte que o diretor que ver nas telas do cinema?

O senhor Oscar, contudo, é mais do que um ator. Ele intervém tão fortemente na vida das pessoas ao seu redor que cria uma nova realidade. Em determinado momentos, ele é um agente do caos, em outros, uma pessoa normal seguindo com sua vida. É quando ele encontra outras pessoas com o mesmo tipo de compromissos e funções que o público percebe o quadro geral do filme.

Totalmente disfarçado, o protagonista assume múltiplas identidades.

Um mundo artificial.

Em Holy Motors, tudo é montado, não somente pelo senhor Oscar, mas por outros atores, ou agentes do caos e da vida. Mas tudo é montado para qual platéia? Há espaço para o público nesse mundo povoado por performáticos? Ou o público é apenas o que está do outro lado da tela?

A artificialidade do mundo do filme nos faz pensar sobre a artificialidade do mundo real. Quantas vezes colocamos máscaras e fantasias para nos relacionarmos com pessoas que, por sua vez, também vestem suas próprias máscaras e fantasias?

O interessante de Holy Motors é justamente o fato de que ele traz esses questionamentos sem cair em discursos piegas, politicamente corretos ou moralizantes. Trata-se de um filme, na falta de melhores palavras, muito louco, que prende o espectador à tela, ansioso por ver a próxima insanidade que virá a seguir, mas ao mesmo tempo refletindo sobre sua própria vida e o mundo que nos cerca. É claro que se trata do tipo de filme de que um pode tirar praticamente a conclusão que quiser. Trata-se de crítica, de rompimento com a realidade, de simples insanidade.

Leos Carax entregou à Cannes exatamente o que se esperava ver no festival: inovação, grandiosidade aliada à leveza, e uma dose de loucura. Isso fez de seu filme um dos favoritos – apesar de não vencedor – à Palma de Ouro. 

quarta-feira, 13 de junho de 2012

27/05, Dia de encerramento – The Angel’s Share.



Comédia com uma boa dose de drama da vida real, The Angel’s Share (A Parte dos Anjos, em tradução livre) tem como personagem principal Robbie (Paul Branningan), um jovem violento que tenta mudar de vida para ser um bom pai para seu filho recém-nascido. Dirigido por Ken Loach, o filme ganhou o prêmio do júri, e conquistou o coração do público do festival.

Juntando-se a um grupo de desajustados que presta serviço comunitário como pena por crimes como tentativa de furto, invasão dos trilhos da ferrovia, embriaguez pública e outros delitos leves, Robbie encontra uma segunda chance ao conhecer Harry (John Henshaw), o fiscal responsável pela turma. Ao contrário de seus colegas, Robbie provavelmente deveria estar na cadeia. Após espancar um rapaz até deixá-lo inconsciente – em um episódio que não se tratou de sua primeira condenação por agressão, ele escapa da prisão por um triz. Harry, porém, não faz julgamentos e trata a todos com igualdade de gentileza.

Robbie (Paul Branningam) com a namorada Leonie (Siobhan Reilly) e o filho: a descoberta de uma razão para viver.


A salvação por meio do Uísque.

Harry, em um de seus melhores momentos paternos, leva o grupo a uma destilaria para conhecer o processo de fabricação do Uísque. Lá, Robbie descobre que tem um “ótimo nariz” para a bebida. A partir daí, a imersão do rapaz no universo do malte é cada vez maior.

O uísque como tábua de salvação não só de Robbie, mas também de seus amigos, é uma delicada ironia que o filme apresenta. Tendo cometido a maioria de seus crimes em estado de embriaguez, encontrar a saída justamente em uma bebida alcoólica tratada quase como uma verdadeira jóia por seus apreciadores não deixa de ser engraçado.

O contraste dos estragos que o álcool pode causar, representado pelo grupo de Robbie, com a quase reverência com a qual os especialistas tratam os uísques finos mostra apenas que cada ser humano tem seus vícios e dependências. Com a diferença de que uns são socialmente aceitos, outros não.

Um grupo de desajustados encontra uma salvação no Uísque. 


A parte dos anjos.

Em sua primeira visita a uma destilaria, o grupo descobre de que se trata a “parte dos anjos”. Segundo a guia do local, a expressão se refere à fração da bebida que evapora anualmente durante seu longo período de envelhecimento nos barris de madeira. Assim, quando Robbie pega para si uma parte de um precioso barril a ser leiloado, não está reclamando mais do que a sua parte dos anjos.

É claro que nenhum dos membros do grupo é particularmente um anjo. Todos eles são criminosos julgados culpados e condenados por seus delitos contra a sociedade. Mas o modo como Loach os apresenta, como garotos e garotas perdidos no mundo, desajustados, mas não essencialmente maus, imprime uma imagem de verdadeiros anjos caídos.

O próprio contraste entre o universo dos desajustados e excluídos com o dos ricos que estão dispostos a pagar mais do que o valor de uma casa em uma única garrafa de uísque é uma maneira de mover a simpatia do público na direção desejada por Loach. Construindo um filme que fala sobre a dura realidade da vida real, sem deixar de fazer piada da condição humana, mas sem cair na tentação de ser piegas, o diretor acerta em cheio. Não foi a toa que Cannes se encantou com os simpáticos anjos de kilt. 

sábado, 9 de junho de 2012

26/05 - Uma multiplicidade de pontos de vista: Cosmópolis



Além de On the Road, outro exemplo de um filme de que se esperava muito, mas de que se obteve muito pouco, foi Cosmópolis, de David Cronemberg. Também adaptado de um livro, o filme mostra Robert Pattinson (sim, muito melhor do que em Crepúsculo, mas longe de ter evoluído tanto fora da saga quanto sua namorada Kristen) como um jovem bilionário superdotado com muito talento para Wall Street e mais ainda para a conversa furada.

Eric Packer (Robert Pattinson) sabe muitas coisas. Ele sabe que a bolsa de valores está um caos por causa do comportamento inesperado do Yuan (a moeda chinesa), que sua vida está ameaçada e que a visita do presidente à cidade congestionou absolutamente todas as vias de Manhattan. Ainda assim, ele decide que precisa de um corte de cabelo... do outro lado da cidade. Viajando a menos de dois quilômetros por hora em uma limousine futurista, repleta de computadores e telas brilhantes, e cercado por seguranças, ele faz tudo em seu carro. De reuniões à check-ups médicos completos, tudo pode ser feito dentro do veículo. O ambiente fechado, onde a maior parte das cenas se passa, imprime uma sensação claustrofóbica ao filme, a qual a opressão do diálogo incessante entre Packer e seus serviçais só piora.

Packer, apesar de afirmar estar confuso com os novos padrões que observa na economia, mantém uma atitude, acima de tudo, de tédio. Com todo o dinheiro que tem, nem uma ameaça à sua vida, nem uma revolta anarquista que sacode sua limousine são capazes de causar mais do que um encolher de ombros.

Pattinson como Packer: jovem bilionário em busca de alguma emoção.


A relação com a noiva.

A noiva de Packer, Elise (Sarah Gadon), é uma bela jovem que vive afastada do universo das finanças controlado por seu par. Nos poucos momentos em que Packer sai de seu carro, a maioria é para encontrar-se com ela. Em todos estes encontros ele reforça o mesmo pedido, sempre negado: faça sexo comigo.

Não que ele precise de sexo, mas quer quebrar a resistência dela para conseguir que tudo em seu universo continue sob seu controle. Ao mesmo tempo, porém, essa resistência é a única coisa que os mantém conectados.

O enquadramento dos dois enquanto conversam, um plongée com uma lente grande-angular, gera uma estranha imagem com a cabeça de cada um ligeiramente maior do que o resto do corpo. Essa escolha de enquadramento deixa mais visual e palpável a frieza da relação e o afastamento entre os dois. Elise nunca entra na limousine de Packer, nunca entra realmente em seu mundo, assim como ele também não pertence ao dela.

Um segundo ato para quebrar a monotonia.

Depois de um longo primeiro ato que se passa praticamente todo dentro do carro, com alguns intervalos ocasionais em que sai para encontrar-se com Elise (em uma biblioteca, em um restaurante, na porta do teatro, etc.), Packer chega ao bairro do barbeiro e sai de vez de seu mundinho.

O ambiente fora da limousine deixa de ser futurista e dá um salto para o passado. Trata-se da vida real dos não-privilegiados, da gente comum. Procurando sentir alguma emoção, Packer se expõe ao perigo e ameaça a vida de outros.  

Alguns tiros e um pouco de violência não poderiam ficar de fora...

Uma crítica mais do que pretensiosa ao capitalismo.

Apesar de alguns poucos bons momentos, Cosmópolis é um filme extremamente pretensioso. As conversas de Packer sobre seu “controle”, sobre o dinheiro, a bolsa de valores e como todos estão mais próximos da morte à cada segundo parecem um show supervalorizado e super-produzido, como se o filme buscasse polir a si mesmo incessantemente.

A tentativa de Cronenberg de fazer uma crítica ao capitalismo, contudo, não é de todo mal sucedida. Os protestos, que iniciam com jovens portando fantasias de ratos – ou mesmo ratos vivos – por todas as partes, transformam-se em uma grande revolta anarquista que ataca, picha e sacode a limousine de Packer. A exceção da sujeira, nenhum dano é causado ao veículo, e aqueles que o ocupam não se incomodam nem em dar uma segunda olhada ao caos do lado de fora. Enquanto os seguranças batalham contra os rebeldes, seus patrões sentam-se no conforto dos estofados de couro e continuam a conversar bebericando uísques e martinis.

 O sistema, aparentemente inabalável por fora, está corroído por dentro. Packer, incapaz de encontrar as respostas de que necessita em seus dados e em sua mente, inquieta-se e parte em uma busca exterior. Ao encontrar seu antagonista e descobrir sua história, ele finalmente entende o que lhe faltava. E também entende que seu tempo acabou. 

terça-feira, 5 de junho de 2012

26/05 – Uma multiplicidade de pontos de vista: Os Curtas-Metragem


Sexta-feira à tarde fui à sala Buñuel assistir a alguns dos curtas-metragem em competição. Nos cinco curtas que vi, cada um de uma nacionalidade diferente, pude perceber que o mundo tem diferentes formas de falar sobre uma gama bastante específica de assuntos: a situação do imigrante, a luta por uma vida melhor, a inadequação do sujeito ao mundo à sua volta, a busca pela paz – interior ou entre países. Apesar de diferentes entre si no formato, as cinco histórias não são tão diferentes assim no conteúdo.

Cockaigne

 Direção: Emilie Verhamme
País: Bégica

Segundo a Wikipédia, Cockaigne é um local imaginário de extremo luxo e facilidade onde o conforto físico e os prazeres estão sempre imediatamente ao alcance. Trata-se de uma utopia, um local dos sonhos.

No curta, um homem e seus dois filhos, já adultos, cruzam a fronteira da Bélgica clandestinamente em busca de seu próprio Cockaigne. Explorados no caminho e na chegada, trabalham por pouquíssimo dinheiro. Contratados para renovar a parede da casa de um marroquino, sofrem preconceito por parte deste.

Vivendo em um país em que nem mesmo os estrangeiros se apóiam entre si, a solução dos três é vingarem-se em pequenas coisas quando têm oportunidade, enquanto a solução final do filme é arrancar leves risadas com uma última ironia.

Com a fotografia um pouco estourada, principalmente nas cenas externas, um toque de câmera na mão e desfocagens ocasionais, Cockaigne transmite um ar de experimentalismo.

Cockaigne: a busca por uma vida melhor.

The Chair

Direção: Grainger David
País: Estados Unidos

Um garoto vê sua mãe morrer vítima de um misterioso fungo que logo se espalha por sua pequena cidade. Ele narra a tragédia com uma voz desanimada e ritmada, inserindo observações bastante maduras para a idade. Descrevendo como os cientistas de branco vieram a sua casa e levaram tudo, menos a cadeira de sua mãe, que fica abandonada ao lado de grandes containers de lixo.

O filme apresenta uma fotografia belíssima, principalmente nas cenas ao entardecer. Sem diálogos, a única voz que se ouve é a narração do garoto, que fala coisas muito interessantes, mas que em alguns momentos se revelam incomodamente incoerentes com sua idade.

The Chair: a busca pela compreensão.


Nigth Shift

Direção: Zia Mandviwalla
País: Nova Zelândia

Uma mulher por volta dos quarenta anos de idade prepara-se para iniciar seu turno como faxineira de um aeroporto à noite. Ao passar por um colega, este lhe pergunta “fazendo turno duplo de novo?”. E aos poucos os indícios de que ela vive no aeroporto se acumulam.

Recolhendo e guardando para si o que encontra, principalmente sobras de comida, ela está sempre série e concentrada em seu trabalho. Seus momentos de pausa são preenchidos por ligações que faz ao mesmo número que nunca atende. Do outro lado da linha, a voz de um homem não se cansa de repetir uma mensagem típica de secretária eletrônica.

Night Shift: a busca pela sobrevivência. 


Gasp

Direção: Eicke Bettinga
País: Alemanha

Entre Night Shift e Gasp, é difícil dizer qual seria o meu favorito. Enquanto o primeiro mexe muito com a emoção, o último é mais completo, mas atinge principalmente os sentidos da audição e da visão. Dotado de um design de som poderoso, o filme também explora o poder da imagem para passar sensações de textura: o plástico vermelho de uma sacola, a casca enrugada de uma árvore. Esteticamente maravilhoso.

O personagem principal de Gasp é um garoto prestes a sair do ensino médio e ingressar na faculdade. Apesar de bem-sucedido nos estudos, é apático e vive sob a coordenação de sua muito insegura e superprotetora mãe. A vida real passa por ele sem ser sentida. Buscando escapar da realidade e sentir algum prazer, ele se envolve em uma perigosa brincadeira de asfixiar-se.

Gasp: a busca por uma emoção. 


Waiting on P. O. Box

Direção: Bassam Checkes
País: Síria

Com um roteiro surrealista, Waiting on P. O. Box traz belas imagens e uma mensagem de paz em relação ao conflito entre Israel e Palestina. Com interessantes jogos de palavras, o filme propõe questões como: “Does the will make the real or the real make the will?” (A vontade faz o real ou o real faz a vontade?) e se seria “To make a new film or to make film new?” (Fazer um novo filme ou fazer o filme novo?). 

Waiting on P. O. Box: a busca pela paz.

domingo, 3 de junho de 2012

26/05, uma multiplicidade de pontos de vista - Mud


Quando eu tinha uns doze anos, li um livro de Maria José Dupré intitulado A Ilha Perdida, que conta a história de dois meninos que decidem explorar uma ilha no meio de um rio e lá acabam encontrando um homem barbudo escondido. Jeff Nichols com seu Mud me fez sentir como se estivesse assistindo a parte dessa história na telona.

Parte da Mostra Competitiva do Festival, Mud tem como escritor e diretor Jeff Nichols, que já havia impressionado Cannes e vencido o prêmio da semana da crítica do ano passado com o drama O Abrigo (Take Shelter). Muito menos dramático, mas ainda assim tocante, Mud é uma história sobre o amor. Mais especificamente sobre a visão masculina dele.

Uma história de amor sob o ponto de vista masculino.

Ellis (Tye Sheridan) e Neckbone (Jacob Lofland) são dois meninos por volta de seus catorze anos que fazem tudo juntos. Se comunicando por um rádio, eles acordam cedo e se esgueiram para fora de suas casas, longe da vista dos pais, para navegar pelo rio Mississipi até uma ilha isolada pelas águas. Chegando lá, eles encontram um homem misterioso, esfarrapado e barbudo, de nome Mud (Matthew McConaughey).

Homem de poucas palavras, Mud se apega à sua pistola e à sua camisa, pois são, segundo ele, a única proteção que possui em meio ao mato. Com uma tatuagem de cobra no braço, ele assusta o rapazes à princípio, mas a curiosidade deles faz com que voltem à ilha para levar-lhe comida, mesmo sem saber o que o homem fez para precisar fugir.

Matthew McConaughey como o misterioso Mud.

Os garotos descobrem que Mud é procurado pela polícia e que está escondido na ilha porque matou o homem que havia machucado o amor de sua vida, a bela Juniper (Reese Witherspoon). Tocado por sua história e identificando-se com ele, Ellis decide ajudá-lo.

Tanto Mud quanto Ellis são personagens românticos que vivem com um pé na realidade e outro no mundo da lua. Devotos aos seus amores, fazem tudo por elas, apesar de não serem correspondidos à altura. Essa visão essencialmente masculina acaba por colocar as mulheres um pouco como vilãs. É uma interessante inversão de papéis. O estereótipo de filme romântico em que o mocinho faz alguma besteira e depois precisa ser perdoado pela mocinha é completamente invertido. Dessa vez, são as atitudes das mulheres que precisam da paciência e do perdão masculino. Os homens à volta delas, apesar de tudo, continuam românticos, e terminam a projeção como autênticos mártires do amor.

Crescer e conhecer o mundo.

Mud é, sobretudo, um filme sobre perder a inocência e ganhar conhecimento do mundo. Ter que lidar com a eminente separação de seus pais faz com que Ellis projete todas as suas esperanças em unir novamente Mud e Juniper, bem como em conquistar sua própria paixão. Ele percebe, contudo, que a vida real não funciona como um conto de fadas, e que até mesmo a aparente garota dos sonhos é apenas humana, com desejos e defeitos como qualquer um.

Ellis (Tye Sheridan) e Neckbone (Jacob Lofland) ajudam Mud. 
Ellis sofre quatro grandes decepções ao longo do filme, mas aprende que a sensação de ter sido traído não dura para sempre, e que redenções são possíveis. Apesar de todo o amadurecimento pelo qual passa, Ellis deixa que seu bom coração sobreviva, sem perder completamente a capacidade de sonhar, somente trazendo seus sonhos um pouco mais para perto do chão.

A direção harmônica de Jeff Nichols

Jeff Nichols conduz seu filme com harmonia e precisão. Auxiliado pela fotografia, cria enquadramentos que destacam a beleza natural da região à beira do rio Mississipi, no estado do Arkansas. A atuação cativante que obtém de seus dois protagonistas também contribui muito para prender a atenção do espectador. A identificação entre garoto e adulto por vezes faz com que pareçam um a versão passada, outro a versão futura de uma mesma pessoa.

Encaixando tudo em seu devido lugar, o diretor constrói um filme organizado e envolvente. (Um grande parêntesis aqui: talvez a cena de ação do final seja um pouco, mas só um pouco, desnecessária.) Conclusão: vale a pena esperar para conferi-lo nos cinemas. 

sábado, 2 de junho de 2012

25/05, dia de cinema brasileiro – parte 3


On the Road.

Baseado no livro homônimo do americano Jack Kerouac, On the Road (Na estrada) fala sobre a jovem geração de 1950 nos Estados Unidos. Protagonizado por atores americanos, o pouco que tem de brasileiro é a presença de Walter Salles como diretor e a co-produção do filme, dividida entre Brasil e França.

Considerado o “pai” da beat generation, Kerouac se insere na história através do personagem fictício Sal Paradise (Sam Riley), que atravessa os Estados Unidos de leste a oeste mais de uma vez. Sua amizade com o inconstante Dean Moriarty (Garret Hedlund) é o centro do enredo.

Em busca de uma adaptação.

Considerado inadaptável, o livro passou por diversas mãos até chagar a Salles. Visto como uma excelente fonte de inspiração, apesar de seu conteúdo denso, On the Road foi encarado como potencial filme desde seu lançamento, em 1957. Após arrepender-se de recusar uma oferta da Warner Bros., o próprio Kerouac chegou a enviar uma carta oferecendo o papel de Dean Moriarty a Marlon Brando, e urgindo ao ator que comprasse os direitos do livro. Carta a qual não obteve resposta.

Já no final da década de 1970, Coppola adquiriu os diretos, mas encontrou-se sem o financiamento necessário para o filme, e o projeto acabou na gaveta. Ao conhecer o trabalho de Walter Salles em Diários de Motocicleta (2004), Coppola o chamou para uma reunião e o projeto voltou à tona. Sentindo-se deslocado do contexto norte-americano descrito na história, Salles iniciou sua própria jornada pelos lugares mencionados no livro, registrando tudo em um documentário a ser lançado após a chegada do próprio filme ao cinema.

O roteirista de Diários de Motocicleta, José Riviera, foi o encarregado da adaptação. Buscando material não somente no livro publicado, como também nos manuscritos de Kerouac, ele finalmente atingiu uma versão satisfatória.

Os processos de elaboração do roteiro, de seleção dos atores e de negociação do orçamento foram longos, mas em 2010 finalmente todas as peças se encaixaram e as filmagens puderam começar, sob uma carga de mais de 50 anos de expectativas.

A opressão do papel em branco VS a infinidade de possibilidades de uma estrada vazia.

Aspirante a escritor, Sal Paradise não sabe sobre o que escrever. Ele se vê estagnado diante de sua máquina de escrever que comporta uma folha de papel em branco sem uma linha escrita sequer. Quando conhece Dean Moriarty e seu espírito inquieto, Sal decide imitá-lo e partir em sua própria viagem pelo interior dos Estados Unidos.

Sal Paradise (Sam Riley) com o amigo Dean Moriarty (Garret  Hedlun): a juventude na estrada.
A busca de Sal e Dean por novas experiências, novos lugares, é, ao mesmo tempo, uma expressão de sua inquietação e uma busca por criatividade. Oprimido pelo papel em branco, Sal encontra na vastidão da estrada uma infinidade de possibilidades. Viajando, conhece as mais diversas realidades. Participa de festas e, quando o dinheiro aperta, trabalha na colheita do algodão.

Assim, ele vê com os próprios olhos os Estados Unidos que passam longe dos olhos dos garotos da cidade. É um país de viajantes, trabalhadores, imigrantes. Ao contrário de Diários de Motocicleta, em que Ernesto Guevara (Gael Garcia Bernal), o futuro Che, e seu amigo Alberto Granado (Rodrigo de La Serna) conhecem a realidade da América Latina e formam uma consciência em relação a seus problemas, em On the Road a única consciência que Sal forma (se é que chega a formar alguma) é sobre si próprio. Mais interessado em participar de festas e sentir-se livre do que em ajudar aos menos afortunados, sua personalidade só não é tão egoísta quanto a de seu amigo Dean.

A busca dos dois não chega a ser uma busca por um propósito, ou por um lugar no mundo. Trata-se apenas da evasão pela evasão. Dean até “procura” por seu pai, mas a busca é tão vaga que chega a ser insignificante. Ainda assim, esse “espírito de liberdade”, essa inadequação a uma vida fixa, é o componente que mais faz sentido em todo o filme.

Sexo e drogas na estrada infinita.

Além de viajar, pedindo carona e roubando comida e gasolina no caminho, o que os jovens mais fazem é beber, usar drogas e transar. Até o ponto em que tudo fica extremamente tedioso e repetitivo.

Kristen Stewart como a sexy Marylou
Marylou, interpretada com surpreendente competência por Kristen Stewart, é a protagonista de praticamente todas as cenas de sexo. Sim, os jovens do filme estão vivendo em uma louca estrada de experimentação, que além da bebida e das drogas, envolve o sexo. Mas as cenas que reúnem esses três componentes acabam sendo tão repetitivas que dão a impressão de que os personagens estão vivendo em um looping. A estrada deixa de ser reta e passa a ser circular.

Um filme esmagado pela expectativa.

O resultado de On the Road, em geral, não empolgou a crítica. Apesar de muito bem executado tecnicamente, faltou-lhe um quê, um algo a mais que os fãs do livro visivelmente encontraram na prosa, mas que não está na película. Adaptações nunca são fáceis, mas esta certamente teve sua dificuldade dobrada por toda a expectativa nela depositada.

Recheado com belos planos, boas interpretações e uma fotografia envolvente, On the Road não é nem de longe um filme ruim, mas com certeza seria um filme muito melhor se não houvesse um livro homônimo lhe fazendo sombra. 


Mais sobre o processo de adaptação de On the Road aqui

25/05, dia de cinema brasileiro – parte 2



A sessão seguinte à Xica da Silva era Cabra Marcado para Morrer, de Eduardo Coutinho. Cineasta reconhecido, Coutinho é descrito pelo site oficial do festival como “o mais importante documentarista brasileiro”. Cabra Marcado retoma não somente a história do Brasil, mas também uma peça importante da carreira do próprio cineasta.

O Cabra Marcado original

Em 1962, foi assassinado o líder camponês João Pedro Teixeira, na Paraíba. O Centro Popular de Cultura da União Nacional dos Estudantes (CPC da UNE) decidiu produzir um filme que reencenava a história de vida de João Pedro, de suas lutas até seu assassinato.

A família do camponês, constituída por sua viúva, Elizabeth Teixeira, e seus dez filhos, interpretariam seus próprios papéis. Outros amigos de João Pedro e participantes da liga camponesa fundada por ele também participariam do filme. Utilizando muitas falas criadas pelos atores/personagens e suas próprias casas como locação, o filme apresentava altíssima qualidade em termos de execução técnica, principalmente na fotografia executada sobre o negativo em preto-e-branco. Os poucos fragmentos que sobraram são inseridos por Coutinho no documentário atual.

O golpe militar de 1964 interrompeu as filmagens. Os membros da equipe, bem como Elizabeth Teixeira e sua família, foram perseguidos. O que se salvou do filme foi a parte que já havia sido mandada para a revelação no laboratório.

Vinte anos depois.

Em 1984, com a abertura do regime militar, Coutinho decide retomar Cabra Marcado para Morrer. Dessa vez, contudo, o filme se transformaria em um documentário sobre como e porque as filmagens foram interrompidas, e o que aconteceu com a família Teixeira.

Coutinho volta às antigas locações e procura os participantes do filme, mostrando-lhes as antigas imagens de que participaram e lhes entrevistando sobre o que se lembram da realização do filme e sobre o que pensam em relação ao trabalho que realizaram.

Elizabeth Teixeira e sua família durante as filmagens de 1962-64.

Ao relembrar a história do movimento camponês, o documentário mostra a consciência política e de classe que esses trabalhadores possuem.  Também é reconstituída a história de João Pedro e sua família. Elizabeth Teixeira, que havia mudado seu nome e se escondido, se revela novamente a parentes e amigos. Dessa forma, além de recordar a perseguição política da década de 1960, Cabra Marcado também registra o afrouxamento do regime militar na década de 1980.

O cinema como arma.

Apesar de contar uma história de muito sofrimento e tristeza, o filme também arranca algumas risadas ao descrever a perseguição dos militares aos estudantes que realizavam o filme de 1962. Ao interrogarem os camponeses, havia uma pergunta freqüente: “como eram esses cubanos que estavam aqui?”.

Isso mesmo, um grupo de estudantes que fazia um filme foi confundido com cubanos que tentavam instaurar uma revolução no país. Perguntavam ainda como os “cubanos” falavam, se os camponeses eram capazes de entendê-los, e o mais importante: onde estavam as armas? No lugar onde se imaginava que mais de 20 mil armas estavam sendo escondidas, o exército encontrou apenas tripés, refletores, câmeras, rolos de filme, enfim, um equipamento básico de filmagem.

Pela inquietação e perseguição que as filmagens de Cabra Marcado para Morrer gerou em 1962-64, e por tudo o que a versão final de 1984 demonstrou, fica claro que o cinema pode sim, ser uma arma muito poderosa. 

sexta-feira, 1 de junho de 2012

25/05, dia de cinema brasileiro - parte 1

O Brasil foi o convidado de honra em Cannes este ano, sendo homenageado, entre outros eventos, por exibições de A Música Segundo Tom Jobim (2011), Xica da Silva (1976) e Cabra Marcado para Morrer (1984). Possuindo uma ligação especial com o festival desde a época do Cinema Novo (como o próprio site oficial explica), o Brasil também se viu representado pela participação de On the Road ,dirigido por Walter Salles, na mostra competitiva, e pela presença de Carlos “Cacá” Diegues como presidente do júri do prêmio Camera d’Or.

O problema das legendas.

Na mostra Cannes Cinéphiles, teatro La Licorne, seriam reprisados filmes da competição principal, bem como os filmes brasileiros homenageados. Dia 25 a programação seria: Xica da Silva, de Cacá Diegues, Cabra Marcado para Morrer, de Eduardo Coutinho, e finalmente a reprise de On the Road, De Walter Salles.

A primeira sessão encheu o espaço do teatro com um público formado principalmente por jovens e idosos. Depois de uma hora de fila, o início da sessão foi decepcionante: uma funcionária do festival fez um anúncio ao microfone que gerou vários murmúrios de reclamação. Como meu francês não é muito bom, só o que pude entender foi que havia algum problema com as legendas do filme. Iniciada a sessão, revelou-se o problema: as legendas, em francês, estavam atrasadas, o que atrapalhava a compreensão das falas para pelo menos 95% do público presente.  

O problema persistiu durante toda a projeção de Xica da Silva e se repetiu em Cabra Marcado para Morrer, sessão que contou com uma menor presença de público, mas um público que reclamou ainda mais alto quando o atraso nas legendas foi anunciado.

O que simplesmente não dá para entender é como um festival com proporções tão grandes, com uma organização tão bem planejada como o Festival de Cannes não conseguiu sincronizar uma legenda. Isso é simplesmente inconcebível. Falta de respeito não somente com o público, mas também com os realizadores dos filmes, que tiveram o entendimento de suas obras prejudicado, e com o Brasil, que como país convidado deveria ter suas obras tratadas com mais cuidado.

Xica da Silva: personagem histórica que virou mito.

Dirigido por Cacá Diegues e inspirado na história real de Francisca de Oliveira da Silva, o filme conta a história quase mítica da escrava que virou senhora durante o auge da mineração de diamantes no Brasil, no século XVIII.

Apesar do fundo histórico, Diegues não segue a história com fidelidade, nem prima pelo realismo. A Xica interpretada por Zezé Mota traz consigo um exagero e uma extravagância fora do comum. O contexto da execução do filme também influencia em seu enredo e sua estética. Em 1976 o Brasil passava pelo regime militar, e mesmo que não apresente uma carga política muito forte, Xica da Silva também fala sobre a exploração das autoridades sobre os mais fracos e sobre os sonhos de liberdade destes.

O filme começa com a chegada do novo contratador de diamantes enviado por Portugal, João Fernandes de Oliveira (Walmor Chagas), ao Arraial do Tijuco, que futuramente seria conhecido como Diamantina. No caminho ele conhece Teodoro (Marcus Vinícius), homem que encontra os mais ricos veios de diamantes, os explora sem a autorização da coroa e depois vende as pedras aos holandeses. Por isso, ele é procurado como bandido pelas autoridades. João Fernandes, contudo, decide aproveitar-se do talento de Teodoro ao invés de prendê-lo.

Zezé Mota como Xica da Silva.

Xica da Silva (Zezé Mota) é escrava do Sargento-Mor (Rodolfo Arena) e amante dele e de seu filho, José (Stepan Narcessian). Quando fica sabendo da chegada do contratador, Xica decide que quer conhecê-lo e faz de tudo para que isto aconteça. Encantado por ela, João Fernandes a compra e a torna sua amante. Xica faz coisas que “só ela sabe”, e com isso coloca João Fernandes a seus pés.

Quando o contratador passa a tratar a escrava como senhora, convidando-a a sentar-se à mesa consigo, dando-lhe roupas caras de presente e fazendo todas as suas vontades, a sociedade à sua volta se escandaliza. No início, são as outras escravas da casa, obrigadas a servir a uma igual como superior, que se sentem ofendidas. Em seguida, após conseguir sua carta de alforria, Xica passa a conviver com a alta sociedade local, não perdendo uma oportunidade de provocá-los com sua recém-adquirida posição.

Relação entre poder e dinheiro.

O poder de Xica provém de João Fernandes, e o poder de João Fernandes provém de seu cargo político e, sobretudo, do dinheiro que possui. Apesar de escandalizados com a relação do contratador com a ex-escrava, nenhum dos membros da sociedade se atreve a dizer algo. Quando Xica pede que o amante lhe dê de presente o mar, ele encomenda que um barco seja construído para navegar na barragem do arraial. Reunindo todas as autoridades para a “inauguração” do barco, João Fernandes aplaude e acena para Xica. Todos, apesar de indignados, imitam seu gesto.

Encantado por Xica, João Fernandes a transforma em uma senhora. 

Quando a autoridade máxima e homem mais rico da região aplaude, todos aplaudem. Essa cena compreende uma diversidade de críticas que o diretor quer transmitir ao público, tanto em relação ao governo ditatorial da época da exibição do filme, quanto (e principalmente) à mentalidade do país, à supervalorização do dinheiro e ao conformismo.

A própria indignação das senhoras da elite e do pároco local com o comportamento de Xica é ocultada para não ofender o contratador. O racismo contra ela ainda é grande, e o incômodo que os brancos sentem em ver “essa negra safada” com status quase de rainha só é suplantado pela adulação à autoridade e a quem tem mais dinheiro.

A inconfidência mineira e o sonho de liberdade.

Em 1976 o regime militar já mostrava sinais de afrouxamento. Apesar disso, Diegues não omitiu críticas ao sistema de governo em Xica da Silva. Na história, o personagem mais politizado é José, o filho do Sargento-Mor. Além de ser o único que genuinamente torce pelo sucesso de Xica, é o único que questiona os propósitos do contratador.

José se refere aos portugueses como ladrões da riqueza nacional, e a João Fernandes como um enviado que “vem de Portugal para tomar o que não lhe pertence”. Decidido a lutar pela liberdade do país, o rapaz parte rumo à Vila Rica, onde pretende tomar parte em movimentos contestadores da dominação da coroa portuguesa, implicitamente, a inconfidência mineira.

Outro personagem que pode representar uma crítica aos militares é o próprio Sargento-Mor, ridicularizado desde a primeira cena em que aparece. Ele procura as calças, enquanto o senhor Intendete (Altair Lima) e sua esposa Hortência (Elke Maravilha) presenciam a cena, constrangidos. Desajeitado e visivelmente sem muita cultura, o Sargento-Mor é o exato contrário de seu filho.

Por fim, o sonho de liberdade de Xica. Mesmo após receber sua carta de alforria, ela ainda é presa ao dinheiro de João Fernandes, pois sem ele e sua riqueza ela não é nada. Mesmo rica e livre, ela não pode nem ao menos entrar na igreja por ser negra. Sua condição reflete a condição do país, que mesmo livre ainda é preso aos donos do dinheiro e aos detentores do poder.

A corrupção no Brasil Colônia.

O contratador é enviado por Portugal para investigar supostas irregularidades e roubos na exploração dos minérios de diamante. Ao invés de cumprir rigidamente sua tarefa, João Fernandes estabelece com o bandido Teodoro uma espécie de equilíbrio de poder. O contratador não persegue nem prende o bandido, mas o deixa livre para descobrir os veios mais ricos e explorá-los o quanto puder. Quando Teodoro, por sua limitação de recursos, extrai tudo o que pode e parte. João Fernandes então envia seus homens, melhor equipados, para continuar a extração até que a fonte se esgote. Assim, deixando de cumprir a lei, ele enriquece.

Quando Portugal envia um fiscal da corte, o Duque de Valadares (José Wilker), para fiscalizar o trabalho de João Fernandes, o Tijuco ganha uma nova autoridade a quem adular. Para escapar do degredo na África, o contratador paga o que pode ao Duque, que, por sua vez, também deixa de cumprir suas obrigações em nome do interesse próprio. A mensagem é clara: autoridade, no Brasil, só auxilia a si própria.

A estética de Debret em cena.

A mis-em-scène construída, em muitos momentos, gera a sensação de se estar assistindo a um quadro de Debret que se move e fala. Os vestidos das mulheres, as crianças nuas ou semi-nuas brincando pelo chão enquanto os senhores comem à mesa, os escravos sendo castigados com pesados grilhões de ferro. Tudo remete à obra do pintor francês.

A mis-en-scène do filme leva ao cinema a estética dos quadros de Debret. 
Em outros momentos, porém, o carnaval brasileiro parece se tornar a inspiração principal. As roupas e maquiagens de Xica e seus servos possuem muito dourado, muito brilho. Personagem símbolo do exagero, da extravagância e da luxúria, Xica também é uma personagem real que se tornou mito popular. Assim, retratá-la com um toque de fantasia carnavalesca é perfeitamente adequado, e a interpretação de Zezé Mota se alinha com essa estética.

Xica com seus "súditos", vestidos com muita cor e brilho.

Com Xica da Silva, Diegues utiliza o passado histórico do país para criticar sua contemporaneidade, na década de 1970. Reprisá-lo em 2012 ajuda a lembrar-nos de que nem todas as mudanças de que precisamos já foram realizadas.